Letra: , 1893 (Bound­less Sal­va­tion); tra­duc­tor des­con­o­ci­do.

Música: J. Ell­is.


Sin límite océano de amor y salvación,
Jesús, desde el cielo, nos trajo redención,
su sangre preciosa él derramó por mí,
y fluye por todos, y fluye por todos,
y fluye por todos, y fluye por mí.

Son grandes mis faltas, mis culpas muchas son,
amargo mi llanto y dolor de corazón;
mas sólo hay limpieza en la sangre carmesí,
que fluye por todos, que fluye por todos,
que fluye por todos, y fluye por mí.

Mis muchas pasiones son fuertes sin igual,
dominan mi alma y la arrastran hacia el mal,
mas bajo tus ondas la libertad yo vi,
que fluyen por todos, que fluyen por todos,
que fluyen por todos, y fluyen por mí.

Me siento tentado y lleno de temor,
mi vida es inútil, sin gozo, sin amor,
mas sé que la dicha yo encontraré en ti,
si sólo tus aguas, si sólo tus aguas,
si sólo tus aguas, derramas sobre mí.

Ya escucho de Cristo la amante y tierna voz,
y aumenta mi fe en el poderoso Dios;
ya fluyen sus aguas divinas sobre mí,
sí, fluyen sus aguas, sí, fluyen sus aguas,
sí, fluyen sus aguas, sí, fluyen sobre mí.

Y ahora, Aleluya!, mi vida emplearé
su gloria anunciando, doquiera yo esté,
pues esa corriente de sangre carmesí
que fluye por todos, que fluye por todos,
que fluye por todos, fluyendo está por mí.